Eran las 11:30 p.m., eso pensaba. Recordó el día en que su mamá la abrazó fuerte y cerró la puerta. No la volvería a ver nunca. Se fue a España detrás de una fantasía, la de un hombre extranjero que le daría la felicidad como si fuera un tesoro.
Después de recibir besos, abrazos y hablar de finales felices, volvió su mirada al reloj. Eran las 11:10 p.m. La vida le había devuelto 20 minutos para escribir. Ser sincera consigo misma de una vez y dejar de buscar en la aprobación social, la aprobación interna. Una que necesitaba desde el día en que se fue de su casa. No era culpa, tal vez sí, pero el narcisismo actual le indicaba que llegaba el momento del contacto.
éstas son las entradas en las que no quiero escribir ni decir, sólo un gesto de ( ! ) y una sonrisa!
ResponderEliminar