domingo, 27 de noviembre de 2011

“Ser travesti en Cartagena es un infierno”


La invisibilidad de las agresiones homofóbicas llevaron a Wilson Castañeda, politólogo antioqueño, a liderar la primera organización que registra la violencia contra la comunidad de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales del Caribe.


Wilson Castañeda conoce la violencia de la homofobia en carne propia. Este politólogo de Medellín tiene 33 años y encabeza la organización de diversidad sexual Caribe Afirmativo, que funciona desde septiembre de 2009 en Cartagena y trabaja con la población de Barranquilla, Santa Marta, Sincelejo y Valledupar. En ella promueve la lucha por los derechos de la comunidad LGTB (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales).
Su acción política comenzó cuando trabajaba en 2007 en el departamento de Derechos Humanos de la Procuraduría de Antioquia. Los informes de ataques a travestis rebosaron su escritorio y asegura que las denuncias le empezaron a “doler como si se tratase de sí mismo”.  Decidió apoyar a los LGBT de la región y eso lo condujo a asumir en público su homosexualidad.
¿Cómo fue ese acercamiento?
“Me fui a conversar con los travestis del Parque Bolívar de Medellín. Mientras me contaban sus historias, llegó un grupo urbano de paramilitares. Me dieron una golpiza e intentaron subirme a un taxi, pero escapé. Con cada golpe me gritaban: ‘Queremos limpiar a Medellín de maricas y cacorros. Los vamos a eliminar’. Me decía a mí mismo que eso me pasaba por meterme donde no me habían llamado. Aceptar en público mi condición sexual era un riesgo, pero continué y les propuse a la Procuraduría y al Instituto Popular de Capacitación de Medellín crear una oficina para registrar y defender los casos de violencia contra la diversidad sexual”.
¿Qué pasó con la oficina?
“Por un tiempo registramos todo tipo de ataques. Las denuncias de la comunidad se hacían públicas, pero la política de la institución cambió con el nombramiento de un nuevo procurador. Así que se acabó la oficina y yo seguí como activista gay en otras entidades, como la Personería, la Alcaldía de Medellín y el Polo Democrático Rosa”.
¿Lo volvieron a atacar?
“La amenazas se intensificaron. Los paramilitares de la ciudad me mandaban advertencias. Querían matarme. Tenía protección de la Policía, pero estaba cansado de la vida del perseguido. Aproveché la coyuntura y me vine para Cartagena”.
¿Lejos del activismo gay?
“Realmente vine a Cartagena, porque desde niño he tenido vínculos con la Región Caribe. Cuando me mudé, había decidido dedicarme sólo a la docencia en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y desligarme de la política de diversidad sexual”.
¿Por qué cambió de idea?
“Llegué el Jueves Santo del año pasado y ese día me invitaron a la discoteca gay más reconocida de Cartagena, Studio 54.  Justo en plena rumba llegó la Policía y eso fue el acabose. Patearon todo y hubo destrozos en el lugar. Estaba ebrio, así que me quedé quieto, pero al día siguiente llamé a la Procuraduría y denuncié el caso ante la Alcaldía”.
¿Hay pruebas del abuso de autoridad?
“Había cámaras en el local.  El administrador interpuso la denuncia formal y la Alcaldía hizo un acompañamiento al caso. Todo quedó ahí”.
¿Y cómo empezó la organización?
“Después de que armé el escándalo político con la discoteca, me llamaron de la Alcaldía para alentarme a organizar algo más pedagógico sobre la diversidad sexual. Los del partido Por una sola Cartagena, que respaldan a la alcaldesa Judith Pinedo, nunca volvieron a aparecer, sin embargo, con unos amigos creamos Caribe Afirmativo”.
¿Qué es Caribe Afirmativo?
“Es una causa bonita, porque falta una reforma social para que la ciudad se lea a través de su comunidad LGTB. No soy el mesías y el Estado tiene la mayor responsabilidad, pero nosotros somos 20 personas que queremos hacer visible la diversidad sexual y los problemas que se dan por negarla”.
¿De qué se ocupa?
“El observatorio de Derechos Humanos, el cineclub H, formación ciudadana, incidencia en los gobiernos y creación de espacios para la práctica de la diversidad sexual”.
¿Cómo mantienen la organización?
“De nuestros bolsillos. Somos profesionales, cada uno tiene su empleo y con eso financiamos las actividades de la organización. También tenemos apoyo internacional y la Alcaldía nos presta espacios. Necesitamos abogados, psicólogos, médicos, otros voluntarios que asesoren a la población en los casos particulares de agresión de género”.
¿Cuáles son los problemas de los LGTB de Cartagena?
“Acá la represión de la sociedad les exige que sean invisibles. Tengo la teoría de que la fuerte ascendencia afro de la ciudad inhibe totalmente la diversidad sexual”.
Pero los negros se consideran reprimidos en Cartagena
“Hay que tener claro que nosotros estamos trabajando con la otra Cartagena, la que es de la plaza de mercado Bazurto hacia el sur. Donde la cultura afrodescendiente dicta que el hombre existe para penetrar a la mujer y llenarla de muchachitos, ahí no hay espacio para una sexualidad diversa. En el Centro Histórico dominan los blancos, la clase alta que por la empresa turística pregona una tolerancia ambigua, que es permisiva con los extranjeros y esconde a los cartageneros. Los jóvenes homosexuales se aprovechan de eso y salen de sus barrios para encontrarse en la Ciudad Amurallada, en la Plaza de San Diego”.
¿Hay más lugares de encuentro?
“Están los espacios cerrados, que son las discotecas Studio 54 y Lepetit. Sin mayores compromisos con la causa LGTB y con una mirada comercial que explota al gay sin retribuirle nada. Está el Camellón de los Mártires y los alrededores de la plaza de toros donde se encuentran los travestis. Toda la ciudad debería ser un espacio para el desarrollo de la diversidad sexual”.
¿Y el Carnaval Gay del 11 de Noviembre?
“Eso y la guacherna gay de Barranquilla son vergonzosos.  La cosificación del travesti. Es la población diciendo: ‘saquen a las locas para reírnos de ellas’. Entiendo el esfuerzo que hacen cada año para presentar un desfile en las fiestas de la Independencia de Cartagena, pero no somos muñecos. El año pasado tratamos de modificar el concepto y organizamos una marcha de reivindicación, el Desfile de la Diversidad Sexual. Invitaba a la alegría, pero reflexionaba sobre la independencia ciudadana para vivir la sexualidad dignamente. Siempre me han preocupado las violaciones a los derechos sexuales de los travestis, que son los más vulnerados”.
¿Cómo viven los travestis de Cartagena?
“Cuando fuimos a ofrecer charlas sobre diversidad sexual a la Personería, una funcionaria me dijo que aquí no había de eso.  Como si fuera una peste. Hay que ir a la Plaza de Toros una noche para ver a los jóvenes travestis esperando a alguien que quiera tener sexo con ellos. Algunos les pagan, pero también los extorsionan y disparan. Muchos me dicen que quieren dejar la prostitución”.
¿Qué opciones laborales tienen?
“Además de trabajar en una peluquería, ninguna.  A estos muchachos los echaron de la casa. No tienen expectativas de estudiar, porque los colegios y universidades les exigen vestirse y hablar como ‘hombres’. Las empresas se niegan a contratarlos  y tienen que vivir del sustento diario que les da la prostitución”.
¿Y los travestis de las clases alta y media?
“Esos no viven aquí, se encuentran en Bucaramanga, Medellín, Cali o Bogotá. Los que se quedan están muy enclosetados. En Bogotá conocí a un travesti cartagenero de una familia adinerada. Tenía éxito en la capital y cuando le pregunté por qué no estaba aquí, me respondió: ‘El travesti cartagenero que posea recursos económicos tiene que salir de la ciudad lo más rápido que pueda’. Ser travesti en Cartagena es un infierno”.
Cartagena registra pocos ataques homofóbicos en comparación con esas ciudades
 “Sí, porque en ellas la condición sexual es pública. Eso expone a los LGTB y visibiliza más las agresiones. Acá tenemos el caso del profesor cubano Rolando Pérez, sucedido en febrero de 2007. Lo mataron en su casa con repetidos martillazos en la cabeza y con la sangre escribieron mensajes homofóbicos en las paredes. El comandante de la Policía de ese año, coronel Carlos Mena Bravo, declaró que ‘Rolando llevaba una vida desordenada, era promiscuo y en su condición de homosexual tenía varios compañeros’. Aseguró que era un crimen pasional, con lo que enterró la investigación”.
¿Cuántos casos han registrado ustedes?
“Cuatro. Todos fueron declarados crímenes pasionales. Las investigaciones no avanzaban, pese a que había autores materiales identificados, nunca fueron detenidos. Entonces decidimos juntar los casos en un solo paquete y los presentamos en la Fiscalía de Bogotá”.
¿Han recibido amenazas?
“Todavía no. La bancada del partido Cambio Radical, en el Concejo de Cartagena, armó un debate en noviembre del año pasado sobre el desfile diverso del Día de la Independencia. Los ediles alegaron que los niños eran vulnerables ante lo que pasaba en la marcha. Hasta nos sugirieron que saliéramos de la ciudad, acabáramos con las discusiones sobre sexualidad en los colegios y desfiláramos en la madrugada. La Alcaldía y la bancada del partido Por una sola Cartagena nos apoyaron”.
¿Y qué pasará cuando la alcaldesa se vaya?
“Judith Pinedo en persona nunca nos ha atendido. Es cierto que sus funcionarios hicieron una defensa firme de nuestra causa, pero vendrán otros y nosotros deberemos seguir. Con ese debate pusimos por primera vez al Concejo de Cartagena y a su bancada más conservadora a hablar todo el día de la diversidad sexual. Esa siempre será nuestra ganancia. Esta es una ciudad machista que está muerta de miedo de que algún día se caiga el velo y le toque aceptar que también es LGTB”.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Loca de letras

Mi vida está llena de hojas, ellas parecen en blanco. Digo parecen porque refundidas entre tanto silencio se esconden las palabras. Todas ellas con un significado, similar al cargado por las canciones de mi mente y se levantan cada tanto para salir mientras voy en la calle, en el bus o en un día largo de trabajo. Muchos creen lo mío como una locura, pues me enamoro mucho, sufro con pasión demasiadas cosas y sonrío, sonrío durante la lluvia. El día de mi locura no tiene fecha, ni explicación. No se las he buscado, no lo he necesitado todavía. La gente espera ideas, frases o respuestas sagaces, como si yo fuera una especie de mente rápida, siempre a la defensiva y con algo para decir. Cansada estaba de tantas exigencias y poco a poco me fui callando, resumí mis significados a simples contextos. A las palabras las volví pausadas, lentas, repensadas, luego a las más virulentas las abandoné de repente. Las fui escribiendo en retazos de las hojas en blanco y me volví coleccionista de mis propios signos. Era importante para algunos comprenderme, descifrarme en medio de tanto papeleo. Las hojas fueron llegando, los lapiceros, los lápices, también se acumularon en mi escritorio. Llegaron los libros, la música, las largas conversaciones, pero mis palabras no llegaban. Se resistían en mi pecho, en mi mente, en mis lágrimas. Habitaron todas en mi boca, en mi respiración y salían por teléfono, con algunas copas de vino y un ron traicionero. El lápiz alcanzaba si mucho para decir un número de teléfono, una dirección, un correo. El nombre de un hombre interesante, de una mujer para una próxima tertulia. Y suave, sin empujarlas mucho se refugiaron en las orejas de las hojas. Por allí pude ver a yerbabuena. Mi palabra favorita del español, porque me huele, me sabe y me trae recuerdos. Luego apareció sin pedírselo mucho presagio. De la mano se trajo a vaticinio, anuncio, señal. Parecía el fin del mundo. Sin proponérmelo terminé buscando alguna sin saber su nombre y le preguntaba a la gente hasta encontrarla. Hallada, la palabra se ponía en el borde de una servilleta, un cuaderno o una hoja ya usada. Las blancas se reservaban para los días buenos, para los soleados, sin prisas, sin presagios. Se iban ubicando tranquilas, esperando, esperándome solamente. Solitarias han tomado forma, hasta hoy, queriendo con esto unirse, en un esfuerzo por ser un relato, una unidad más allá de la reciclada legión. Mis palabras hoy quisieron ser una sola, quisieron entregarse por completo. Por lo tanto, alcanzarán a imaginarse el caldo de hojas, ácaros y polvo en cocción en estos momentos en mi escritorio.  

domingo, 20 de noviembre de 2011

20 minutos

Eran las 11:30 p.m., eso pensaba. Recordó el día en que su mamá la abrazó fuerte y cerró la puerta. No la volvería a ver nunca. Se fue a España detrás de una fantasía, la de un hombre extranjero que le daría la felicidad como si fuera un tesoro. 

 Después de recibir besos, abrazos y hablar de finales felices, volvió su mirada al reloj. Eran las 11:10 p.m. La vida le había devuelto 20 minutos para escribir. Ser sincera consigo misma de una vez y dejar de buscar en la aprobación social, la aprobación interna. Una que necesitaba desde el día en que se fue de su casa. No era culpa, tal vez sí, pero el narcisismo actual le indicaba que llegaba el momento del contacto.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Carta al viento

Por tu culpa me encuentro ahora escribiéndole a un extraño, que además está bien lejos, lejos desde que lo conocí. Pareces un marinero que viene a recogerme en un barco, pero no he podido estar a tiempo en el puerto. Revisa tu sirena que debe estar averiada, porque tal vez cuando yo la oiga no tendrás más remedio que dejarme subir. Me dejaré llevar fácil por un mar agradable, que me permita ser y no me exija más que serlo. Serás un marinero acompañado y quien sabe cuántos abrazos recibirás en el viaje.
Y te vas para que extrañe tus palabras, que son como mensajes de telegráfo, que me llegan por pedazos, cifrados, envuelto en lo que eres tú, que no he podido ver, ni tocar, ni pensar.
El 512 ha sido tu faro, para mí es como un guardián. Le preguntó cómo será tu espalda, si tus brazos son amplios, si caminas lento, si sonríes con los ojos. Y luego me resisto a verte, a pensarte, a recordarte, porque eres un desconocido, que llega por métodos extraños, con mensajes envueltos en sopa de fideos, comida de marineros. ¿Cuántos días llevarás naufragando o simplemente navegando sin rumbo? ¿Tendrá mi puerta cara de puerto, tendrá mi puerta el sonido de un muelle? Con agua, sin ella, con desencuentros que me generan raras sospechas. ¿Deberé alejarme yo? ¿Serás tú el puerto? Seré como un botecito a la deriva que anda buscando una isla, pero se agobia ante los archipíelagos. ¿Será esta la correcta analogía? Solo palabras para ocultar humanidades, palabras cotidianas y directas que se evaden. ¿Tendremos que viajar siempre entre un mundo tuyo que no parece concreto, que a veces creo prefabricado y poco tangible? Marinero, no te mueras en el mar, déjame conocerte, así sea para volvernos a perder.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Viaje o dar vueltas en profundo

Todos preguntaban cuál era el efecto, manada de imbéciles. Lo que yo quería era escribir, dar a conocer el oscuro agujero en el que mi vida circula. Y decidí hacer un viaje, volar alrededor de este miedo que producía vivir.

Quién se iba a imaginar que a este martirio de hombre se iba a acercar esa muñeca alta y rubia. Recuerdo que tenía solo un toque de rojo en sus labios carnosos… y ahora que aquí hace frío -¡Apaga la maldita música!- su recuerdo de noche de luna llena me calienta.
Claro, hacía un sol infernal como el que se siente hoy en Bahía. Como el balanceo de las garotas de esta playa, así, de repente, entró esa morena a mi alma. ¡Fuaz! Estrella fugaz, meteorito violento, cometa impaciente. No contó con que yo observara su paso, esa agilidad, y me viera pronto arrastrado tras ella.
La lluvia de París permite que un cachito de luna se filtre en el cielo. Pienso en su rostro blanco y la extensa cabellera negra que jugueteaba con mi piel. Las estrellas podrían ser los adornos del Carnaval. Ella bailaba con pasos cortos y sus senos se bamboleaban al ritmo de un cuerpo pequeño. ¿Y yo? Pues debatiéndomela con el canalla que intentara quitármela. Ni siquiera le importaba que la celara, le satisfacía un simple amarnos. Como lo hago ahora en todos lados, en este momento con su leve voz…-¡Apágala!
Sus taconcitos en Buenos Aries eran como el sonido de la nostalgia. Yo cargaba tristeza, pasado, pesado con todos sus recuerdos. Tal vez eso la aprehendía a mí. Paseábamos por los parques y ella con sombrerito rojo sonreía melancólica y pecaba redimida.
Con este viento ingrato que reclama lo que le quité, lloro su humanidad perdida entre la multitud, siempre agobiante, degradante y manipuladora que se llevó para siempre su cabello rojo y sus manos de marfil. Solo me resuena en Berlín con cada eco de los rincones de la ciudad: “Ich liebe dich”. No alcancé a responder el absurdo reclamo, di la vuelta para ver la hora en el Big Ben diciéndome que ya debía partir.
Quizá esa fue mi venganza, pero quién dijo que siempre sería dulce. Descubrí sus mundos y me reflejé pequeño en el vértigo de sus ojos, en los que caía rápido y sin remedio. Navegué en el fondo de su cuerpo, vertiéndome como el Nilo, que riega con su néctar toda la tierra dorada y deseosa.
Parado en Machu Picchu se me ocurre ella era misteriosa. Disfrutaba curiosearla, sentir, como en estas montañas, que hay aún un Dorado por descubrir y que las pirámides y el desierto inhóspito reflejaban su grandeza.
-          ¡Maldita sea, que apagues eso!
Ella eran todas convertida, era mi universo de amada. Puede ser agua, puede ser fuego. Varía según mi estado de ánimo. Prendo el televisor y ella es la delgada de mirada azul profundo que habla con Sean Connery. Aunque ignore que la veo, sabe quién soy yo.  Es todas, pues siempre es la misma, que con rubor de años 40 me despidió en un aeropuerto de África. Esa que con los zapatos zancones se trepó en una carroza del reinado de la papaya.
Fuerte como el vikingo que olvidó su mundo tras el mar y me descubrió para olvidarme. Como una América dejó sus restos en mí para que jamás negara su primer paso en tierra nueva.
Qué desolado se siente Viena. Como me estorban los turistas en Venecia. El hastío que da un estadio lleno en Milán. ¿Para qué atravesar el mundo, si es adentro que no está?
Sea Grecia, Roma, Bélgica o sus pedazos que se pegan de otros lugares. Sigo solo a las - ¡Apágala. No más! - 3:00 a.m. o a las 10:00 a.m. Es un vivir sin ella. Me importa un pepino tanto puente, el fútbol, las bombas, el desolado Machu Picchu con su antigua esfinge. Y la playa de Berlín junto al Carnaval de Buenos Aires y ese tango casi escible de Bahía.
 ¿Para qué estar en todo un mundo al tiempo, sin saber si quiera quién carajos se es? Tanta gente, tanta masa y solo importa una existencia insondable.
Descubrí al fin el efecto, quiero la confusión en mi vida. – ¡Y apaga de una vez esa estúpida música!-.