miércoles, 31 de diciembre de 2014

Para mi alma

Llegaste con baile y sonrisas y ebriedad. Me envolviste suave entre lágrimas, apegos, encaminándome a correr mis muebles a la gran mudanza que reservabas para mi interior. Derribaste el árbol gigante del abandono, me vaciaste, me dejaste sola, trajiste y llevaste la gente, las compañías para que soltara, para que fuera más mía, y menos de las expectativas de lo ajeno.
Me diste valentía, me diste viajes para hacer las lecciones más llevaderas y me diste entendimiento. Ubicaste a Dios en el lugar justo, allí dentro, al lado de mi corazón. Y desde ahí hemos conversado, sanado, despedido miedos antiguos, fantasmas escondidos. De ahí blandimos la espada para combatir demonios, que no alcanzaron ni a ser el coco. Sostuviste mi mano a la hora de llantos amargos y tintineaste con carcajadas que jamás había escuchado de mí, pero sonaban como música.
Amamos, me enseñaste los primeros visos del amor, poco a poco me envolviste en él, experimenté su presencia, me permitiste amarme sin juzgarme, esperándome todo, soportándome todo, perdonándome todo, libre de culpas, libre. Amada inmensamente amé a otros. Me trajiste el amor en forma de hombre y también me diste el lugar justo para detenerme, para levantar a una guerrera sabia que con intuición supo qué hacer, cómo ver, conciencia, entendimiento, inteligencia. Me diste un río, me diste un mar, me diste una montaña, me diste frío y calor. Me diste sueños que aún no comprendo, me diste un más allá desde donde la vida ha tomado una forma nueva, auténtica, tranquila, trascendente, pero leve.
Vamos juntas en esta lancha, con un timonero sabio en el que confiamos, y aceptamos las mareas, a veces con tristeza, con recelo, con egoísmo, pero las aceptamos. Y asimilamos el silencio, y adquirimos comprensión más allá de la razón. Y soltamos como hojitas de papel un montón de cadenas, de seres, de pensares, viejos, nuevos, pero inservibles.
Entramos en paz al maravilloso mundo de la incertidumbre. Y cada día voy abriendo más mis brazos y las cosas que trae la corriente son cada vez más grandes. Así que me has enseñado también a no resistirme, a vivir la felicidad del devenir. Ampliamos tanto el amor que nos dio para sanar, para retornar en paz, para recomenzar, para saber que la intuición reconoce un momento importante, pero la vida lo diseña.
La magia, el dolor, lo místico, las visiones, los sueños, las premoniciones. También fueron tus regalos. Aún no me da para entenderlo, asumo que el espíritu se encargará mejor de desenvolverlos y también de irlos recibiendo, tal vez mejor que mi yo este terco, que aún existe también. Gracias por levantar a las sombras y hacerlas brillar, gracias por reconciliarme y abandonar las culpas, la intimidación. Gracias por limpiar, por lavar, por rescatar, por mudar.


Alma mía, seguimos en este barco juntas, ahora cada día, más conscientes la una de la otra, rebosantes de amor. Ahora cada día más UNA. 

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